miércoles, enero 20, 2010

El hijo del trapero

Hace unos días leí una absurda noticia sobre la cantidad de polvos que echó en sus años de picha brava Warren Beatty. Puede que Kirk Douglas no llegase a su record follador, pero estuvo cerca. Saco a Douglas Senior a colación porque acabo de terminar sus memorias: ‘El hijo del trapero’. Hace siglos NAPALM me las recomendó.

Sexo, sexo, sexo. Gran parte del libro huele a sexo rápido, ocasional, furtivo. Cuenta el viejo Kirk, hoy un respetable anciano casi centenario, que fue a visitar a un psiquiatra para contarle, deprimido, que había tenido un gatillazo. El doctor le dijo: “Me dice que ha hecho el amor 29 noches seguidas con distintas chicas. Me dice que la noche número 30 es impotente. Como sabrá, hasta Dios descansó al séptimo día”.

Con humor, habla Douglas de una fan con la que compartió flujos: “Los dos nos enamoramos… de mí”. Y es honesto diciendo esto o cosas peores, retratándose a veces como un auténtico hijo de puta. Una noche triste en la que no ganó el Oscar al que estaba nominado, recibió en su hotel un paquete. Dentro había un Oscar de pega con una nota firmada por sus hijos y su mujer animándole. Tras leerla, volvió a la cama. A follarse a la zorrita de turno.

Kirk Douglas -Issur Danielovitch es su nombre real- fue hijo de un mal padre, el trapero, y como padre él también fue un desastre. Muchos años más tarde, Kirk y Michael Douglas se juntaron en un restaurante. Michael acababa de estrenar Atracción fatal. “Michael, ¿qué tal he sido como padre?”. “Mira, Dad, eras un chalado que saltaba de una película a otra. Siempre estabas ocupado”. Kirk observa a Michael. “Las arrugas de fatiga alrededor de los ojos, la tensión en su mandíbula. Solté una carcajada”. Michael le miró fijamente, mosqueado. “¿Dónde está la gracia?”. Respuesta de Dad: “Debía trajinar tanto como tú ahora”.

El hijo del trapero quizás sea la última gran estrella viva de aquel Hollywood. Y es él el más duro con la fábrica de fracasos: “Consigue lo peor, y no lo mejor, de la gente. La gente de Hollywood quiere estar relacionada con el éxito. Si alguien va cuesta abajo, se apartan”. Especialmente brillante es la descripción que hace de uno de los amos de aquel Hollywood: “El hogar de Jack Warner en Angelo Drive era otro castillo en lo alto de una colina. Este tenía la mierda de caballo amontonada dentro. Miré a mi alrededor. En la pared vi dos telas de Dalí. Había una pintura de Jack Warner, completamente meloso: pelo aceitoso, cara brillante, sonrisa falsa, un clavel en el ojal. Superficial, chato. Me pregunté si comprenderían lo que había querido expresar Dalí. Era terrible”.

Stanley Kubrick, Burt Lancaster, Lawren Bacall, Joan Crawford, Rita Hayworth, Gene Tierney, Raoul Walsh, Edward Dimitryk, Walt Disney, John Wayne, Dalton Trumbo, John Frankenheimer y muchos otros más desfilan por este libro que es el repaso de una vida vertiginosa, la de un actor y productor brillante que sólo por El ídolo de barro, Retorno al pasado, Senderos de gloria, El loco de el pelo rojo, Espartaco, Duelo de titanes o Siete días de mayo merecerá siempre todos mis respetos. Y no, no me gusta El gran carnaval.
Escrito el domingo 10 de enero de 2010. Foto: Michael y Kirk.

3 comentarios:

Leo dijo...

Grandioso libro, a fe mía. Lo leí hace mil siglos (bueno, mil siglos no, pero quince años o alguno más seguro que sí) y tengo muchas ganas de volver a echarle un tiento.

Y está claro que Tito Kirk es una persona agradabilísima :p.

dani dijo...

Una peli que me encantó de Kirk fue "El ídolo de barro" de Mark Robson, todo un antecedente al cine de Scorsese y en general, al género de boxeo

Anónimo dijo...

Hay actores mucho más sutiles y complejos que Kirk pero ninguno, ni siquiera Stewart o Wayne, tiene una filmografía comparable. El hijodeputa lo hizo TODO. Lo mejor del cine bélico, policíacos, de romanos, produjo al primer Kubrick, western, Van Gogh. Y todo lo hizo bien.
De ese libro recuerdo la anécdota de la mujer, cuando lo citó con todos sus ligues de las últimas dos semanas y el tío pensó: he aquí la mujer de mi vida.