viernes, mayo 28, 2010

Jack, el señor Hollywood (y II)

Jack no eligió ser actor, eligió ser estrella de cine. Al periodista de un tabloide londinense llegó a confesar con chulesco cachondeo: “No soy una superestrella. Soy una mega-superestrella”. Y eso significó también ser multimillonario, algo que logró por tres cualidades innegables en él: saber invertir la pasta, saber meterse en proyectos ganadores y nunca hacer favores bajando su desorbitado sueldo. Sólo unos pocos (entre ellos Sean Penn y Alexander Payne) han tenido hasta hoy ese privilegio.

Soltero de platino, siempre se lo puso claro a sus parejas, incluida la más duradera, Anjelica Huston: este es mi territorio, búscate el tuyo. A sus 73 Jack vive solo en su Xanadu, una mansión en cuyas paredes cuelga la colección de arte privada más impresionante de Hollywood. Hasta hoy, en su ocaso, Jack no ha sido el peón de nadie; ni el de una mujer, ni el de la industria. Si un ejecutivo de estudio lo amenazaba, tenía los días contados. Una mujer los minutos. Y aunque Jack siempre se ha vendido como un gran apasionado de las mujeres, en el fondo es un furibundo misógino. Una de sus frases más conocidas y polémicas es: “Uno solo miente a dos personas en su vida: a la novia y a la policía”.

Tras leer el balance en ‘Jack Nicholson, Cómo Jack se convirtió en la estrella de cine más importante de los tiempos modernos’, pensé en qué rechazo y qué me atrae de él. Rechazo sus despilfarros, su pragmatismo, su falta de ambición artística, su cicatería, su mediocridad como guionista o como director y su histrionismo. Me atrae su estilo, su cómica virilidad, sus mejores decisiones creativas, su mirada, su valentía, su coherencia, su libertad, su lealtad y su febril hedonismo. Pura y humana contradicción.

Y por supuesto sus mejores trabajos: Easy Rider, Five Easy Pieces, El Cuco, Chinatown, El resplandor, Rojos, La fuerza del cariño, El honor de los Prizzi, Batman, Mejor imposible, El juramento y A propósito de Schmidt. Pensé en qué habría hecho Jack en los proyectos a los que aspiró o que rechazó: La semilla del diablo, Deliverance, Chacal, El golpe, El padrino, Apocalypse Now, El exorcista, El gran Gatsby, El síndrome de China, El silencio de los corderos y hasta el papel de Satán en una obra de Arthur Miller para Broadway.

También pensé en lo que todavía nos queda por ver, aunque le queden pocos años de vida profesional. Esperanzado, me quedo con lo que él mismo dijo, usando una frase de Jackie Gleason, al recibir el premio AFI a toda su carrera: “¡Aún no habéis visto nada!”. Esctiro la noche del martes 25 de mayo de 2010.

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