lunes, junio 28, 2010

Arde Starbucks

Vivimos en la era de las cumbres. Hasta hace poco, hablar de los que “dominan el mundo” era algo chorra, como de villano de tebeo o de malo de peli de serie B. Pero los tiempos cambian y el que niegue que unos mendas dominan el mundo por encima de nuestros representantes supuestamente democráticos es un memo de manual. Hablo de esos que se reúnen bajo medidas de seguridad pretorianas en castillos, hoteles o balnearios de lujo para decidir qué divisa se follan o a qué bancos y financieros perdonan sus pecados veniales.

Ese aquelarre llamado G-20 se acaba de reunir en Canadá, y Toronto ha ardido. Recuerdo cuando paseaba con paso acelerado por Nueva York. Todo eran allí Starbucks asolando las calles, arrasando con las aceras y los bajos de la ciudad, anulando una distribución comercial digna, humana. Me dieron tanto asco, que desee verlos arder en una inmensa y luminosa hoguera de San Juan, uno detrás de otro, sin piedad.

Unos anarquistas canadienses me han tomado la palabra, cebándose con la cadena de cafeterías más grande de este mundo de cumbres. Los canadienses sufren lo que los neoyorquinos: sólo en el área metropolitana de Toronto hay 270 Starbucks. La cadena (que nos vende a bombo y platillo que compra parte de sus suministros siguiendo métodos de comercios justo y destina parte de sus ventas a proyectos de desarrollo mientras es una de las empresas con más denuncias y críticas a su política ambiental, social y económica) sufrió el ataque de los protestantes contra la cumbre del G-20. También lo sufrieron McDonalds, Scotiabank y la cadena de televisión CBC.

Estos anarquistas se han tomado al pie de la letra mi pensamiento cuando caminaba de mala uva por Manhattan. Si cada pensamiento de todos los que estamos hasta los cojones de cumbres, bancos, franquicias, cadenas y marcas tuviese una plasmación práctica como en Toronto, el mundo, como lo conocemos, tendría los días contados.
Escrito sábado 26 de junio de 2010.

2 comentarios:

Leo dijo...

Habría que hacer como en Demolition Man: guerra de francias, a tomar por culo y que todos los restaurantes sean Pizza Hut... :p.

No sé yo si atacar las franquicias estas servirá de algo. En todo caso joderá más a los pobres desgraciados que curran allí que a los mandamases del tinglao. Lo que tendrían que haber hecho esos "anarkas" (como siempre futuros pijos de mierda, y si no al tiempo) es echarle huevos y atacar a los verdaderos culpables de este desastre, incendiarles los coches oficiales y, de ser posible, asaltar su lugar de reunión y cortarles la polla en filetes. Pero como de costumbre, es preferible desahogarse contra unos pobres desgraciados autoconvenciéndose de que son culpables, "marionetas del sistema", además de mucho menos arriesgado ;-).

IVAN REGUERA dijo...

Leo: O ir a por esas 3.000 fortunas a las que han pillado con su dinero en Suiza y que van a salir de rositas. Hacienda somos todos, ya sabes.