viernes, noviembre 18, 2011

Escritores y oficinistas

No me había pasado por allí nunca, aunque me habían hablado bien del Hotel Kafka, lugar donde se imparten clases de escritura, donde los escritores se conocen y se relacionan. Veteranos con noveles, autores con lectores, y así. El lugar, para que lo voy a negar, me daba no sé qué. Escritores que se reúnen para escuchar a otro escritor, escritores que hablan de escritura en vez de escribir… Mucha pereza.

Gracia a Ángela Armero, guionista y moderadora de la charla, todos esos miedos y prejuicios se disiparon. Disfruté de la charla con el coguionista de la película Intruders, Jaime Marques Olarreaga, firmante de un proyecto nacido en España y que acabó siendo una producción con dinero americano. Creo que a Jaime le jodió que ninguno de los presentes hubiese visto todavía la película, pero intuyo que los que allí nos presentamos no queríamos oír hablar de ese guión, sino de ESCRIBIR GUIONES. Y más aun: de CÓMO se escribe para los americanos.

Olarreaga nos contó una anécdota muy curiosa que define bien el estado de desequilibrio mental de una industria como la de Hollywood. Una mañana, contaba, alguien de la oficina encargada de su proyecto (todo esto va por oficinas) le comunicaba que el final del guión no funcionaba y que la película SE CAÍA. Es decir: que no se hacía. Nervios. Tensión. Horror. Tras mandar unos cambios, la película (para la misma oficina) resultaba ma-ra-vi-llo-sa. Adelante con ella, sigue encendida la luz verde. Esa misma noche le llegaba un mensaje de alguien (sí, de la oficina) que le comunicaba que el principio no era el adecuado. La película SE CAÍA otra vez. Y así meses.

Y, mientras, Olarreaga engordaba y fumaba como un carretero. Y su salud salía mal parada para, al final, conseguir que un 50% de lo que había escrito apareciese finalmente en pantalla, que es lo que le suele suceder a cualquiera, hasta a Woody Allen. Y, ¿saben? Parece que a pesar de todo la cosa merece la pena. Porque Olarreaga lo contaba todo con humor y pasión, que es como mejor se cuentan las cosas.

Jaime Marques Olarreaga estaba de acuerdo conmigo en que a los españoles, desde Buñuel, cruzar el charco y trabajar con los americanos se nos ha dado muy mal, nos ha espantado bastante. Ahí están también Berlanga, Bardem, Borau, Almodóvar, Amenábar, Trueba, De la Iglesia o Medem para certificarlo. Pero Olarreaga fue tajante: "Eso está cambiando. Ahora sí lo cruzamos. El cine de género hecho por españoles lo está consiguiendo". Y es cierto. Nacho Vigalondo, Jaime Colet-Serra, Paco Plaza, Rodrigo Cortés o Mateo Gil lo han demostrado.

De su encuentro me gustaron dos consejos, especialmente. El primero es que si realmente crees en un guión, si crees firmemente en los que has logrado, si confías a ciegas en tus personajes y en tu historia, RUÉDALO. Aunque a nadie le haya interesado, aunque tu guión no le motive a nadie con pasta, ni tampoco a tu familia o a tu pareja. Da igual, GRÁBALO. Hazlo tú, o prodúcelo y haz que lo dirija alguien de confianza, hazlo con tu gente y con todos los increíbles medios que tenemos hoy a nuestro alcance.

La segunda es que si quieres ser o seguir siendo guionista ESCRIBE, ESCRIBE y ESCRIBE, robando horas al día, o el fin de semana. Y guarda en el cajón cinco, seis o siete guiones. De largo o de serie. Es decir: consigue experiencia, llena ese cajón. Quién sabe si, algún día, puedes sacar algo realmente bueno de él. Quién sabe si de ahí nace algo genial, si empieza algo acojonante. Escrito la noche del 16 de noviembre de 2011.

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