lunes, noviembre 28, 2011

Los prescindibles

El libro electrónico va a causar una auténtica carnicería en el gallinero editorial. Y la matanza sólo acaba de empezar. Igual que les ocurrió a los productores musicales y les ocurrirá a los televisivos o cinematográficos, lo que han traído las últimas tecnologías es más independencia para los autores, los que tienen la idea y el talento, los inventores, los creadores.

No hay derecho, como recordaban en El Cultural D. Arjona y N. Azancot, lo que los escritores han consentido y soportado hasta hoy. Según el Observatorio de la Lectura del Ministerio de Cultura, el editor se embolsa un 43% de las ganancias de un libro. Le sigue el distribuidor con un 12,9%. El autor se tiene que contentar con un miserable 10%. Es decir: el que almacena un libro y lo lleva a una librería en camioneta gana más por ejemplar que el que lo ha escrito. Es decir: un escritor, el creador del contenido, de la idea, de la materia prima de todo el proceso industrial se lleva un euro de cada diez que genera la industria.

Pero como en todas las revoluciones una nueva tecnología, una nueva forma de comunicación social y una nueva manera de intercambiar contenidos pone en entredicho todo el sistema. Y nos plantea una pregunta que pone nerviosos a muchos: ¿quién es prescindible? Llega la autoedición y los libros digitales a precio barato, muchos pirateables. ¿Dónde está el beneficio de las más de 50 agencias que hay en España? En ningún sitio. La agente Antonia Kerrigan lo ha dicho tajantemente: “Vamos a desaparecer todos”. Mira tú qué pena.

Los distribuidores tampoco están en mejor posición. Cada vez se lee menos en papel, cada vez se lee menos a secas. De los 212 millones de libros que se mueven 60 millones son devueltos. En unos años, no demasiados, los distribuidores no jugarán ningún papel. Las librerías, desgraciadamente, sufrirán la misma suerte, serán un espacio cada vez más elitista y costoso.

Y aunque me duele la desaparición de las viejas librerías igual que me dolió la desaparición de los viejos vieoclubs, no me alarma este panorama. Todo lo contrario, me gusta. Muchos editores, distribuidores y agentes merecen su castigo. Igual que muchos productores audiovisuales o discográficos. Han tratado al creador, al autor y al inventor como a una mierda, como al último de la cadena. Se han reído de él, lo han estafado y ninguneado. Podrían haber hecho mejor su trabajo, haber sido más justos y menos codiciosos. Ya es tarde.

Eso sí: quien nunca será prescindible será el escritor y el lector. Esos seguirán. Seguiremos escribiendo y leyendo. Sin ellos. Escrito el domingo 27 de noviembre de 2011.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

reflexión de un librero que está de acuerdo en la defensa de los autores y en contra de la injusticia del mercado editorial... tu postura me parece retrógadamente estúpida, llena de resentimiento y espero que nadie te siga leyendo, yo desde luego no pienso hacerlo

Sergio Bleda dijo...

Estoy de acuerdo con algunas cosas (como lo de que los autores somos los grandes maltratados de la industria editorial) pero me temo que es ingenuo pensar que la industria digital va a arreglar esa situación. Las grandes editoriales (unidas seguramente a las distribuidoras) serán quienes tengan medios para crear y promocionar plataformas de venta online, de modo que lo más probable es que sean los mismos de siempre los que se lleven la pasta. Siempre habrá autores dispuestos a trabajar por muy poco beneficio.
Quien saldrá perdiendo, por desgracia, serán todos esos libreros que tendrán que cerrar. Y eso si es una verdadera pena.