martes, octubre 02, 2012

El mando a distancia universal


Hace poco visité una ciudad. Da igual qué ciudad. Tenía sus turistas, sus hoteles, sus cafés, sus asesinos, sus santos, sus paritorios y sus tanatorios. Como todas. Era una ciudad de mayoría musulmana con su idioma, su bandera, sus jueces, sus cacos, sus policías y sus cárceles. Bebimos poco. A Alá no le va el bebercio. Pero bebimos. Cada noche llegaba machacado a la habitación del hotel por la pateada. Ya saben: mezquitas, mercadillos, bustos de señores ilustres y ridículos, museos, ánforas, lanzas, espadas… Ruinas. Y cada noche encendía la tele de la habitación, como hacen millones de turistas por todo el planeta. A la vez.

Al zapear, con el mando a distancia universal, pasando de canal en canal, descubrí algo desasosegante. Ese país tenía sus decenas de canales de televisión. Lo que vi en esos canales no tenía nada que ver con una forma de hacer televisión única, propia, intrínseca del país. Todos esos canales eran IDÉNTICOS a los que sufro en casa, en mi país.

Informativos con los mismos bustos parlantes, corbatas, peinados, postizos, implantes de mama, operaciones estéticas, caras impostadas fingiendo una supuesta profesionalidad. Las series eran iguales. Mismos decorados, chistes, gags, músicas horrendas, risas enlatadas, iluminación, giros gratuitos y formatos. La publicidad era idéntica. Mismo engaño fraudulento, fenicio, amanerado. Calcados eran los hombres del tiempo, los programas de cocina, los programas de adivinadores, los de apuestas, los de vídeos graciosos, los de deportes, las tertulias, los concursos….

En aquel torrente televisivo no había nada genuinamente nacional, de la región. Antes de entregarme a Morfeo, pensé que las culturas han sido arrasadas por la uniformidad audiovisual, que todo lo homogeniza para hacer del mundo una masa fofa, idéntica, miedosa, un bucle de información o evasión vacía, funeraria.     

Sales a ver mundo y en el mortero de almas, con su luz azul proyectándose sobre tu almohada, ves lo mismo que en casa, que en cada casa. Sus graciosos, sus famosos, sus guapos y sus monstruos son como los de tus teles. Todo el planeta es un bucle donde se repite lo mismo de forma enfermiza, paranoica y vulgar. Escrito el lunes 1 de octubre de 2012.                      

2 comentarios:

napalm dijo...

jejjje. Mola lo del mortero de almas.

Ehse dijo...

Quizá sea que la televisión no refleje la cultura de un país. Lo que existe es la cultura de la tele, una barrera, un país a parte.

Un saludo